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El menos malo

Desde que empecé a votar, y con algún criterio de un muchachito rebelde y sin causa de aquella época, siempre decía que todos los candidatos eran mentirosos. Con esa contradicción paradójica y real, siempre voté por algún candidato que no era de mi simpatía, ni menos de mi corazón. Nunca me incliné por ningún partido, ni pertenecí a nadie. Mi familia tampoco tuvo esa oportunidad, ni menos que me hablasen, que yo recuerde, de política. Al contrario, me prohibían que leyera libros de cortes marxistas y de mucha pasión socialista. Pero volvamos al tema de los candidatitos. Como dice una frase de un científico que no recuerdo su nombre, cuando uno más conoce, menos sabe de la vida. A veces la gente se deja llevar por eso, por el carisma del candidato, por un sonrisa que le dio, porque se puso un chuyo o una yankies, por visitar a los pueblos más alejados, por dan algún beneficio y por las dulces palabras que luego se los lleva el viento ni bien empieza a gobernar. Es como el enamorado, que

Mi amigo Arturo

Recuerdo cuando trabajé por primera vez como desarrollador en Visual Basic. Recuerdo que el dueño era un chileno de apellido TROFF y que su oficina quedaba en CORPAC, en un 5to o 7mo piso de un edificio de ese lugar. Tenía una secretaria, muy guapa y que siempre ponía canciones románticas y a bajo volumen. Además, cómo no recordar a mi amigo Arturo, un amigo que hasta ahora tengo contacto. Cuando lo conocí, tenía una aspecto de un hombre serio y con más experiencia que yo. El realizaba trabajos relacionados a temas funcionales, de procesos y de documentación. Además, conocía temas de macros en Excel. Era mi mayor no sé por cuántos años. Siempre hablaba bajo, pausadamente y con cierta delicadeza. No era gay, al menos eso demostraba. Nos volvimos amigos poco a poco. En la hora del almuerzo, comiamos juntos ya que él traía su taper al igual que yo. Inicialmente comíamos en la oficina pero a raíz que el olor se impregnaba por toda la oficina, el chileno TROFF decidió que ya no lo hicieramo

Paseos por Quilca

Tantas cosas pasamos los universitarios, desde quedarnos sin pasaje, sin almuerzo y hasta lograr tener libros, revistas y poder leerlas y reelear sin mas no poder a distintos autores que nos enseñaba el profesor de literatura e historia, principalmente. Pero para aquellos que no se dedicaban precisamente a las letras, era todo un misterio o toda una odisea poder leer libros de manera oculta. Pero antes de seguir con esas etapas, que será para otra entrada del blog, voy a contar la época de la academia pre universitaria. La etapa más linda, más entretenida y más culta que pude pasar. En otras palabra, una de las mejores etapas de mi vida. Y precisamente, fue la mejor, porque eramos jóvenes y todos estabamos en busca de conocimientos, ansiosos por tener la mejor nota en los simulacros y sobre todo, para poder ingresar a la universidad ya que nuestros padres o familiares trabajan duro para poder apoyarnos en nuestras matriculas. Recuerdo a mi amigo Vìctor. Nos conocimos en la academia, en

Mi vieja biblioteca

En casa de mis padres, y hasta ahora, existe una biblioteca. No es como aquella que vemos en las películas o las que tienen los grandes escritores como Vargas Llosa o Isabel Allende, que por cierto son mis escritores favoritos, sino es una especie de repisa de madera con separadores para poder colocar los libros de varios tamaños. No es grande, de altura no pasa los 2 metros y de ancho, quizá 1 metro y medio. En fin, una biblioteca, con todos sus limitaciones. Cuando voy a la casa de mis padres, siempre lo veo con nostalgia. Está viejo pero aún con libros. Libros viejos de todos los tiempos, libros comprados por mis hermanos mayores, por mis padres también. También existen algunos cuadernos míos y un tipo de libro-cuadernos, que sólo mi hermano Marco lo sabía hacer. Con un frecuencia no tan grande, iba llevándome, poco a poco, algunos libros a mi casa, principalmente los libros de novelas, obras de los grandes escritores. Yo también me compraba libros antes de casarme y quedó en casa d

Feliz año

 Ya estamos en el año 2024 y como cada inicio del año, lo festejamos en familia o también con amigos en algunos eventos del barrio o en algún concierto. Este año no fue la excepción, e hicimos la famosa "chapita" de la Orq. Los Hermanos Carrera, por lo cual recibimos el año trabajando, recibimos el año con todas las ganas de celebrar con los vecinos, con los amigos, dándoles música de todos nuestro gran repertorio que tenemos. El año ha pasado muy rápido, se han cumplido metas u objetivos, pero otro  lado, algunos que ni siquiera llegaron a concretarse. Como todo sueño o como todo anhelo, es difícil cumplirlos, no tanto porque no lo puedas hacer, sino que existen factores externos que escapan de uno, que existen mínimas posibilidades de hacerlo. La vida nos da muchas oportunidades, pero también nos da obstáculos. La vida es caótica y compleja. Sin embargo, es bella. Cada vez, que tengo obstáculos, lo tomo como retos y cada vez, lo hago mucho mejor que antes. Vamos con todo es

Olor a Covid

Cuando me infecté de COVID 19, en el año 2021, uno de los síntomas totalmente diferente, para mi y para varias personas que conocía o que miraba por la televisión, era un atrofía del olor. Es decir, afectaba bastante, y en diferentes formas, al sentido del olfato. Antes del COVID, con una gripe normal, no sentía nada de eso, obviamente mi nariz los tenía tapado pero mas nada. En mi caso, olía en distintas parte de la casa, a un olor profundo y distinto. Ese olor no era de ningún objeto y de ningún cuerpo orgánico o inorgánico. Era totalmente diferente. Como si se fusionaran varios olores y naciera uno nuevo. A veces sentía el olor profundo del jabón, pero el jabón tenia un olor o sabor, pero yo lo olía distinto. En otros momentos, tenía un olor a comida o algo más conocido, pero que no estaba cerca. Era como si mi sentido del olfato había evolucionado y que podía oler a kilómetros. No tenía sentido esto. Pero finalmente, comprendía que este virus era nuevo y provoca distintos síntomas

El diario

Cuando era un adolescente, recuerdo una palabra que algunas veces escuchaba: "El diario". El significado de esa palabra es sencilla. Constaba del dinero o del pago que tenía que dar el jefe de hogar, en ese caso, el papá, a la esposa o pareja para la comida de la familia, de los hijos y para todas las cosas que faltaba en la casa. Recuerdo que me contaban o habían familias en el barrio, que el padre, diariamente, le daba a su esposa principalmente para la comida. La frecuencia de este abono o "diario" se daba también de forma semanal, quincenal y ahora en los tiempos actuales, mayormente, mensual. Lo que más recuerdo, con respecto al "diario" fue cuando semanalmente iba al distrito de Chorrillos desde nuestra casa en el Agustino. Todos los días sábados, después de almorzar, aproximadamente a las 3pm de la tarde, me dirigía a los Cedros, en aquel distrito, por el cual me demoraba, mas de 1 hora de viaje. Toda la odisea que tenía al viajar hacia ese lugar, e